Casas que derrochan agua como si sobrase

Millones de viviendas tienen contadores obsoletos, lo que dificulta el control del gasto y el ahorro en la factura.

El agua es la gran olvidada de los consumos domésticos. A pesar de las últimas lluvias, la sequía que padecen amplias zonas de España exige tomar medidas, empezando por las viviendas, que pueden reducir su consumo con un cambio de hábitos y prácticas. El consumo medio de agua por persona en España es de 133 litros por habitante y día, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), por lo que una comunidad de propietarios de 100 viviendas (en la que residen una media de dos personas por casa) consume más de 12 millones de litros al año. Y esto solo para consumo humano, sin contar el riego de jardines o el llenado de piscinas.

Los problemas más habituales que surgen en las comunidades de vecinos son la rotura de tuberías enterradas bajo los viales y zonas comunes, en las que el agua se filtra hacia el subsuelo sin dar la cara en la superficie, y el consumo de agua desmesurado en piscinas por grietas o por un fallo en el autollenado. Cerca del 32% del suministro de agua urbana se pierde por el mal estado de las tuberías, según los datos del Observatorio Ciudadano de la Sequía. También en las viviendas se producen fugas, ya que un grifo que gotea puede llegar a gastar al año hasta 11.000 litros.

Dicen los expertos que para ayudar al ciudadano a ser consciente de la cantidad de agua que se pierde, ya sea por fugas o por un uso imprudente, se necesita digitalizar la toma de datos de los consumos. Es la única forma de impulsar la concienciación sobre la preservación del agua y que no solo se tenga en cuenta el coste de las reparaciones o sustituciones necesarias. “La preocupación que una familia puede tener hoy con respecto a su gasto en agua no es tan significativa como la que tienen por la energía (gas, electricidad, calefacción…). Hay menos sensibilización a gestionar el consumo propio de agua, que es lo que un contador facilita”, considera Ignacio Abati, director general de Ista, compañía especializada en la contabilización de consumos.

En 2020, el Gobierno aprobó una orden que obliga a la sustitución de los contadores de agua fría y caliente que tienen más de 12 años de antigüedad por otros más precisos que facilitan el control del gasto y permiten reducir los posibles errores de medición. Entonces se estableció una moratoria de cinco años. Sin embargo, de los más de tres millones de hogares y establecimientos con contadores obsoletos que existen en España, tan solo un 17% han sido sustituidos, según los datos de Ista. Para Abati, tener un contador digital aporta algo esencial para el ahorro de agua: información. “Saber cómo, cuándo y cuánto consumes contribuye a la sensibilización por el gasto, y eso, al final, provoca ahorros, simplemente por el cambio de hábitos en las familias”. Su empresa calcula que el cambio de contadores puede suponer un ahorro del 15% del gasto por hogar, unos 35 euros al año.

Telemedición

Muchas empresas públicas de gestión de agua de España están dando pasos al frente. Una de ellas es el Canal de Isabel II, que, dentro de su plan estratégico, implantará la telelectura al 100% de los clientes mediante contadores inteligentes al cierre del año 2026, “lo que supone la instalación de dispositivos de última generación, capaces de aportar información horaria utilizando las últimas tecnologías de comunicación disponibles”. En la actualidad, ya son más de 150.000 los clientes que disponen de telelectura en sus suministros. Contar con esta tecnología permitirá a las empresas públicas poder realizar una optimización de la demanda de agua.

Y ayudará a las comunidades de vecinos a detectar esas fugas invisibles que tanto las atemorizan. En la urbanización Don Pueblo I, en Gran Alacant (Santa Pola, Alicante), formada por 101 viviendas adosadas con jardines, piscina y zonas comunes, se han producido más de una docena de roturas de las tuberías enterradas, provocando cuantiosas pérdidas desde enero de 2021.

Han instalado un sistema que alerta de fugas y descuidos de agua en las viviendas y que ha frenado esa sangría de agua y dinero. “Además de alertar de forma rápida, sin esperar a la factura de las incidencias, este sistema ha ayudado a demostrar frente a la empresa suministradora que uno de los problemas de consumo era que el agua salía y entraba de la red por las diferencias de presión, provocando que fuera contabilizada doblemente por el contador”. La instalación de este sistema, de la compañía Wiwater, permitió a esta comunidad ahorrar más de 3.100 euros.

Pero, además, la urbanización adoptó otras medidas, extrapolables a cualquier comunidad, como es la instalación de una válvula antirretorno para evitar la doble contabilización de consumo de agua, la anulación de circuitos de riego y optimización del sistema o la sectorización por zonas para poder hacer cortes de agua selectivos y no dejar a toda la comunidad sin suministro durante las reparaciones.

Casos como este se repiten por toda la geografía y tienen mucho que ver con la manera en la que se ha construido en España. “Durante el bum, la rapidez con la que se edificó, en ocasiones utilizando materiales de menor calidad en los sistemas de abastecimiento y desagüe de las urbanizaciones, ha provocado 15 años más tarde gran parte de las incidencias que se registran”. Hoy, la realidad es distinta: hay una mayor vigilancia en la construcción de obra nueva y los certificados sostenibles ayudan a hacer una correcta gestión. “Los edificios con certificación verde pueden ahorrar hasta un 60% de agua”, aseguran desde Green Building Council España.

Articulo ofrecido por diario EL PAIS.

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